jueves, 14 de agosto de 2008

Asturias y las infraestructuras

Llegó Álvaro Cuervo dijo dos o tres obviedades respecto a la situación económica asturiana y cuestionó las sacrosantas obras de infraestructuras y le han caído las tres plagas de Asturias, leanse partidos políticos, patronal y sindicatos.

Es cierto que la situación económica asturiana está lejos de ser buena. A nadie le cabe duda de que estamos lejos de haber salido del atraso acumulado durante los últimos 20 años. Nadie puede demostrar con números que la región ha vuelto a los niveles de industrialización anteriores a las reconversiones de los años 80 del pasado siglo XX. Pero es más cierto todavía que la propaganda política y los intereses de patronal y sindicatos obligan a repetir machaconamente el discurso de que estamos en el mejor de los mundos posibles. Faltaría más.

La afirmación que sin duda ha agitado más al personal ha sido la que cuestionaba la necesidad de la ampliación de El Musel. Pero en lugar de escandalizarse y decir un montón de tonterías y lugares comunes, no estaría mal que alguien, por ejemplo, el presidente de la Autoridad Portuaria, explicase de una vez por todas cuántos tráficos está perdiendo el puerto por no tener las dimensiones que alcanzará con la ampliación en marcha.

La patronal, FADE, podría explicarnos por qué muchas empresas asturianas y gijonesas llevan sus contenedores por carretera a embarcar en el puerto de Bilbao y por qué dejarán de hacerlo así cuando El Musel esté ampliado. ¿Ya les han asegurado que las tarifas de El Musel van a poder competir entonces con las del puerto vasco? Y los sindicatos que tanto hablan de empleo de calidad y no precario ¿podrían explicarnos cuántos puestos de trabajo estables se crearán con el puerto ampliado, para que podamos entender su defensa a ultranza de la ampliación?

El Sr. Cuervo dijo una verdad que todo el mundo sabe. Yo estuve la pasada semana en la Campa Torres y en el puerto estaban atracados dos barcos. Dos. No dos de eran pocos, no. Dos de uno más uno. Dos de uno, dos y... no hay ninguno más. Pero no hace falta que lo diga el Sr. Cuervo, ni siquiera acercarse a la Campa Torres, basta con leer la información de el diario El Comercio o consultar la página web del puerto. En estos momentos la información que podemos leer en la misma es que hay en puerto 6 buques, de los que sólo tres están en operaciones de estiba o desestiba. Del resto, dos de ellos están atracados desde el 1 de julio y desde el 1 de agosto, respectivamente. Es decir, que como dicen los norteamericanos, si tiene pico de pato, plumas de pato, patas de pato y anda como un pato, lo más probable es que sea un pato.

Pero en esta Asturias nuestra no se puede disentir de la versión oficial, porque si no serás condenado a la hoguera. Por eso las críticas, sin un sólo argumento, han caído sobre Álvaro Cuervo y por eso mismo caen sobre cualquiera que cuestione la obra de El Musel o cualquier obra pública que se haga en Asturias. Por eso tampoco se puede denunciar el desvío presupuestario de la obra o la desaparición de cientos de miles de euros en materiales acopiados para la misma. No vayamos a poner en peligro la ampliación, dicen nuestros insignes representantes volviendo hacia los que denuncian el despilfarro o el descontrol la responsabilidad de que la obra pueda sufrir retrasos; cuando los causantes son, en primer término, los responsables de los sobrecostes o de las desapariciones o, en último término, los que deberían vigilar para que esto no ocurriera. Estos son nuestros democráticos miembros de los partidos políticos o de las instituciones que creen que son demócratas sólo por el hecho de que les han votado en unas elecciones.

Es cierto que la mayoría de las infraestructuras son muy necesarias, pero no es menos cierto que por sí solas no bastan para regenerar el tejido industrial de nuestra región. Otras políticas son necesarias. Pero eso a nadie le interesas porque esas grandes infraestructuras dan trabajo a muchas empresas que se lucran con las mismas, muchas personas consiguen generosos beneficios trabajando para las mismas y, desgraciadamente, como ya es habitual, siempre hay facinerosos que se lucran de manera irregular, cuando no claramente ilícita con las mismas.

Ya veremos qué monserga nos cuentan cuando tengamos un superpuerto sin barcos y con la mayor parte de los terrenos ganados al mar ocupados por empresas que nada tengan que ver con la actividad portuaria.

Pero no hay problema, nos lo creeremos todo, como nos creímos que los astilleros no tenían futuro y se va a cerrar el astillero privado que quedaba en nuestra bahía y, posiblemente, más pronto que tarde, el público privatizado, en la década en la que los astilleros europeos han estado repletos de carga de trabajo.

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