miércoles, 20 de mayo de 2009

En defensa de Bibiana Aído

¿Por qué se ha armado tanto jaleo con la afirmación de la ministra Aído? A mí no me extraña en absoluto que diga eso, es más, me parece muy lógico.
Vamos a ver, Bibiana Aído tendrá algún momento en el que desconectará de sus graves e importantes responsabilidades ministeriales. Supongamos que en esos fugaces momentos se encuentra en el Parlamento o en el Consejo de Ministros (es humana -¿o no?, dejemos eso por ahora - y tiene derecho a unos instantes de distracción), mira a su alrededor y ve a varias, muchas y hasta puede que muchísimas personas que no son humanas. ¿Qué pensará en esos momentos? Lo más probable es que llegue a la conclusión de que no lo han sido nunca, pues parece improbable que un ser sea humano y, manteniendo la apariencia de tal, deje de serlo con el paso del tiempo. Por tanto, lo más lógico es que no lo fuese tampoco en el seno materno. Y de ahí se infiere la deducción de la ministra: un feto es un ser vivo, pero no es humano. ¿Llegará a serlo en algún momento de su vida? ¡Quién sabe!
Esto trae como consecuencia un pequeño problema: ¿cómo saber quienes de los que tienen apariencia de persona son seres humanos o tan solo seres vivos? Y algo todavía más complicado, ¿quién se encargará de certificar que una persona es un ser humano o tan solo un ser vivo? Esto último es muy importante, porque, siguiendo la doctrina Aído, al segundo se le podría quitar la vida, puesto que no es un ser humano.
Pero son más los beneficios produciría si nuestro gobierno profundizara en este asunto. Podría encontrar la solución al problema (si lo hubiera, que ya sabemos que no es así) de las pensiones. ¿Hace falta dar más pistas? Bueno, vale, voy a dar algún dato más. Zapatero podría nombrar ministro (o ministra) de la cosa a alguien que piense que un jubilado de cierta edad, puede ser un ser vivo, pero no un ser humano.
Incluso en momentos especialmente difíciles para nuestra economía y con el objetivo encomiable de no alcanzar los cinco millones de parados, el ministro de trabajo podría ser un discípulo de Aído y opinar que determinados parados no son seres humanos.
La cosa no pinta muy bien. Creo que pondré una funeraria, que es lo único que parece tener futuro en este país.

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