miércoles, 25 de noviembre de 2009

Asturias también inicia la recuperación al estilo Zapatero

Ya lo hemos conseguido, ¡coño! Perdón por parafrasear a mi admirado Pedro de Silva, quien días atrás decía, como su líder carismático, que la recuperación había comenzado.


Zapatero decía que no sabía cómo, ni cuánto, y yo añado que, seguramente, ni dónde, pero que ya estaba aquí.

Bueno, como ya hace tiempo que vengo diciendo que el PSOE es como una nueva religión (¡laica! desde luego), pues esto de la recuperación debe ser un dogma de fe que tenemos que creer aunque no se vea; al igual que hace año y medio debíamos de creer ciegamente que no había crisis aunque se notara con toda crudeza.


Volviendo a Pedro de Silva. Nos decía que esto empezaba a clarear porque aunque seguían cerrando algunos comercios, ya se veían otros que abrían, lo que significaba que había personas que creían que la situación iba a mejorar, y por eso se arriesgaban a invertir, y, además, que los bancos abrían algo más la mano para prestar dinero.

A mí me gustaría saber cuántos de esos nuevos negocios son de parados que invierten sus ahorros, los de su familia y la prestación adelantada del paro para intentar salir adelante.


Pero a lo que iba. Cómo verá la situación hoy Pedro de Silva y los Optimistas sin fronteras, al leer la noticia de que nuestros sindicatos alcanzaron un nuevo hito en la historia laboral e industrial de nuestra región al llegar a un acuerdo con la SEPI para el cierre del último astillero de la bahía gijonesa.


Supongo que ellos y nuestros gobiernos, nacional, regional y local (si los hubiera) verán en ello motivo de alegre regocijo. Es un pena que esta noticia no se hubiera producido el viernes pasado, porque habría sido un triunfo más que el PSOE habría podido lucir en la desvergonzada celebración de Madrid.


Nunca podremos agradecer a nuestros sindicalistas y gobernantes todo lo que han hecho por nuestra Asturias Patria Querida, de la que no parecen haber entendido nada más que esta última palabra, y como tal la tratan o, mejor dicho, maltratan.


En los últimos diez años la construcción naval en Europa ha pasado por sus mejores momentos, con una elevada carga de trabajo porque los astilleros asiáticos no podían cumplir los plazos de entrega exigidos por los armadores, precisamente por estar saturados. Claro que de esto aquí parece no haberse enterado nadie o, mejor, dicho, sí lo saben pero se callan como puertas, porque ya no se oye la cantinela de que nuestros astilleros no podían competir con los asiáticos. Y no se oye porque sí que podíamos competir, no en precio, pero sí en tecnología y, lo más importante estos años, en plazos de entrega.


Pero en estos diez años no hemos estado cruzados de brazos, ¡ni hablar! en Gijón hemos conseguido cerrar los dos astilleros que quedaban: Naval Gijón, primero, y Juliana, ahora.


¿Qué les prometerán ahora a los trabajadores de Naval Gijón a los que habían prometido la integración en Juliana?

Lamentable la estrategia de nuestros sindicalistas, que sólo buscan como logro inmejorable la paz de las prejubilaciones a pesar de que saben que eso está arruinando a la región y dejándola sin tejido productivo. Pero ellos van a lo suyo, al pan para hoy y hambre para mañana, haciéndole el juego a nuestra clase política, indolente e incapaz, que sólo piensa en las próximas elecciones, que sólo hace cálculos pensando en los votos.


Sigamos alimentando el mito de la Asturias roja y dinamitera, reivindicativa y luchadora, mientras la realidad nos muestra una sociedad cada vez más adocenada y sumisa, que sólo espera conseguir una buena jubilación o un trabajo de funcionario, divertirse en las innumerables "folixias" que organizan nuestros gobernantes cual actualizado pan y circo y viajar con el INSERSO en primavera y otoño. Una Asturias sin futuro para nuestros jóvenes y sin niños que puedan construir un mañana.


El que esté pensando en invertir en nuestra región que ponga una fábrica de taparrabos porque, al paso que vamos, en este paraíso natural pronto no habrá quien encuentre una sola hoja de parra para taparse las vergüenzas.

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