sábado, 30 de enero de 2010

Zapatero y la economía española: la hora de la verdad

Nuestro eximio presidente comenzó esta legislatura negando la crisis. Después nos dijo que había desaceleración pero que España estaba mejor preparada que ningún otro país para superar las dificultades. Más tarde, hace nada, reconoció la existencia de la crisis, pero ésta había sido provocada por la crisis financiera de EEUU.
En ningún momento quiso reconocer, ni aún lo hace, que nuestra crisis es más amplia y particular que la del resto de países occidentales.
Para todos es evidente que nuestra falta de una economía productiva desarrollada, nuestra ausencia de tecnología propia, la falta de proyectos de I+D+i y nuestro desarrollo basado en una economía especulativa que creaba riqueza recalificando terrenos comprados a precio de ganga y vendidos a precio de oro, supone una situación de debilidad que nos hace más vulnerables que al resto de países desarrollados; pero nuestro presidente, su gobierno, el PSOE y todos los medios afines siguieron vendiendo humo, mintiendo y engañándonos sin escrúpulos.
Ahora, tras haber perdido dos años en los que se podrían haber tomado medidas para atenuar los efectos de la crisis y mejorar las posibilidades para salir de ella, nos encontramos con más de cuatro millones de parados y con más del once por ciento de déficit y cuando en algunos países empieza a crecer el PIB, en el nuestro seguimos decreciendo y sin visos de que la tendencia vaya a cambiar en muchos meses.
Ante esta situación y tras meses repitiendo el mantra de que no se tomaría ninguna medida sin el consenso de los agentes sociales, en el foro de Davos va Zapatero y pare un ratón: retrasar la jubilación hasta los sesenta y siete años.
Como tontería no está nada mal y es propia de este presidente, pero si con ella pretende atajar el problema de las pensiones, va a tener los mismos resultados que si nos recomendara comprarnos una hucha e ir ahorrando un poco todos los días.
Cuando la edad media de jubilación no llega a los sesenta y cinco años y cuando es mayor el porcentaje de funcionarios que se jubilan anticipadamente que el de trabajadores de la empresa privada, la medida más bien parece destinada a aparentar que se hace algo que a tener efectos reales sobre la caja de las pensiones.
Si el gobierno quiere de verdad tomar medidas para atajar ese problema, puede tomar alguna o varias de las que expongo a continuación y que le cedo gratuitamente sin necesidad siquiera de que me cite como autor intelectual de las mismas.
a) Subir un 1% las cotizaciones de los trabajadores y de las empresas. Sí, no estoy loco, ya sé que las empresas quieren bajar las suyas, pero no hay dinero, señores, y ustedes que se benefician de todo tipo de subvenciones para formación, investigación, inversiones y viajes para abrir nuevos mercados, no estará de más que colaboren a solucionar un problema que, además, reconocen que existe.
b) Un impuesto especial en el IRPF recargándolo con 1 punto más destinado exclusivamente para ese fin.
c) No permitir las prejubilaciones a edades inferiores a los 58 años, salvo para empresas en crisis.
d) Un impuesto especial que se cobrará a todas aquellas empresas que, sin haber tenido pérdidas  ni problemas económicos, han prejubilado a sus trabajadores a edades inferiores a la edad media de jubilación del país. Bancos, Cajas de Ahorros, eléctricas, telecomunicaciones, farmacéuticas y otras muchas empresas que han rejuvenecido sus plantillas y mejorado sus cuentas de resultados con la colaboración inestimable de nuestro sistema público de pensiones deben ahora colaborar a su saneamiento, ya que antes lo exprimieron todo lo que pudieron. Con el agravante de que, al tiempo que lo hacían, reclamaban una bajada de las cotizaciones empresariales y reconocían las dificultades para la continuidad del sistema. Sí, hacían todo eso a un tiempo sin ponerse colorados, porque, otra cosa quizás no, pero cara tienen como para alicatar la muralla china.
e) Eliminar todos los privilegios fiscales y de pensiones de nuestra admirable clase política y que de manera enunciativa, que no exhaustiva, indico: posibilidad de percibir más de un salario o pensión pública, tener derecho a la pensión máxima de jubilación con tan sólo siete años cotizando como diputado o senador, y un largo etc. Ésta medida es, además, la más fácil de tomar, porque nuestros políticos demostrarán una vez más su inigualable amor por el servicio a su país.
Esta última medida es más higiénica que económica, pero no hay que olvidar que la higiene es muy importante, sobre todo en una democracia.
Que duda cabe que todo esto debe complementarse con medidas que conduzcan de verdad a un cambio de nuestro sistema productivo que lo hagan competitivo, moderno y tecnológicamente avanzado.
La construcción difícilmente podrá volver a los niveles de los últimos diez años, salvo que queramos agotar anticipadamente la otra gran fuente de ingresos del país, el turismo. Industria ésta que, al menos en su concepción actual de sol y playa, también está condenada a reducirse drásticamente con las aparición de nuevos destinos, a no ser que pretendamos mantenernos eternamente en el subdesarrollo para poder competir con ellos.
Estas medidas son realmente socialistas y pueden transformar de verdad la sociedad, algo que tanto gusta a Zapatero y de lo que se vanaglorian los miembros de su partido.
Ha llegado la hora de la verdad. Suárez se enfrentó al reto histórico de transformar la dictadura en democracia. González tuvo un reto menor, pero no menos importante de transformar la economía del anterior régimen. Aznar tuvo que asentar y reconducir lo realizado por su antecesor.
Ahora Zapatero tiene el reto histórico de sacar a España de la crisis y de transformar su sistema económico y eso no se hace siguiendo las directrices trasnochadas de una patronal arcaica y poco representativa, ni contentando a unos sindicatos que sólo defienden las situaciones de privilegio de sus cuadros.
¿Sabrá hacerlo? ¿Tendrá la valentía necesaria para hacerlo?
Mi cabeza dice que no a las dos preguntas y mi corazón desea con todas sus fuerzas que se equivoque porque la situación es realmente difícil y el fantasma de Argentina y Grecia nos acecha.


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