martes, 16 de febrero de 2010

Zapatero y el PP sacrifican el futuro de España (II)

Cuando Leire Pajín dice que el PP no arrima el hombro para salir de la crisis y que sólo espera que se sigan produciendo más datos negativos para ver cómo se desgata el gobierno y sacar votos, o cuando Mª Dolores de Cospedal dice que Zapatero debe aceptar las propuestas del PP o dejar paso a otros porque España necesita un cambio de gobierno, ambas hablan pensando únicamente en los votos que pueden ganar o perder. No anteponen el bien de España y de los españoles a sus cálculos electorales. Si piensan que ése es el camino para llegar a un acuerdo con el adversario con el fin de trabajar unidos por un bien común es que son unas majaderas o, sencillamente, porque no hablan de buena fe y no están buscando el acuerdo, sino en mantener el desacuerdo pretendiendo tener toda la razón.
El caso es que para pactar es necesario ceder por ambas partes, no se puede alcanzar un pacto si una de las partes acepta todos los presupuestos de la otra y renuncia por completo a los suyos. Eso sería una claudicación y ése es el drama de la actual política española, que a ninguno de los dos grandes partidos les preocupa otra cosa que destruir al otro. No se trata de ganar las elecciones para aplicar el programa que se cree mejor para el progreso del país, el fin primordial es conseguir infligir el mayor daño posible al otro y destruir sus posibilidades de volver  gobernar en el futuro.
La economía española está en una situación muy grave y necesita generosidad y esfuerzo por parte de todos para tomar las medidas necesarias, pero el PP se dedica a convencer a sus posibles votantes de que ellos harían lo correcto y de que el PSOE no sabe gobernar y debe dejarles el paso a ellos; y el PSOE repite incansable que hacen lo que deben hacer y que el PP no sólo no ayuda, sino que se alegra de la mala situación.
Tanto el PP como el PSOE tienen motivos para desconfiar el uno del otro y aunque podríamos hacer un balance de quien tiene más motivos para sentirse ofendido o engañado, no sirve de nada porque los agravios, finalmente, tienen la importancia que cada uno le quiera dar, pero, sobre todo, porque es un ejercicio perfectamente inútil y estéril.
En el fondo, la política española es escasamente democrática, los políticos no piensan que su programa es el mejor pero que sólo es una opción frente a otras posibles y respetables. Los políticos españoles han derivado hasta considerar que los adversarios son enemigos y que no es que estén equivocados, sino que son malvados y buscan beneficiar sólo a una parte de la sociedad a costa de la otra. Por eso a menudo, por no decir siempre, no se atacan las ideas o las propuestas de los otros, sino que se ataca directamente a las personas y se busca presentarlas ante los ciudadanos como malas personas con intereses espurios.
El envilecimiento de la política española en los últimos años la ha convertido en un espectáculo nada edificante pero que se sobrellevaba con dificultad con una economía en expansión, porque los ciudadanos vivían bastante ajenos a ella, pero cuando llegan las vacas flacas y las personas vuelven su vista hacia los políticos en busca de soluciones se encuentran con que su encanallamiento les impide estar a la altura de las circunstancias.




2 comentarios:

elblogdeluna dijo...

Totalmente de acuerdo.Yo, esta semana en mi blog he tratado el mismo tema.Uno quiere seguir, el otro quitarle el sillón.
Un saludo

Avelino Vallina dijo...

Cierto, elblogdeluna, así nos luce el pelo.
Gracias por tu comentario.